sábado, 10 de noviembre de 2012

Paredones, Ladrillos y Leyendas (Las Ruinas de La Vega Vieja)


Paredones, Ladrillos y Leyendas
(Las Ruinas de La Vega Vieja)
Conferencia dictada por el Dr. Luís Manuel Despradel
La Historia dice….
Cuando apenas contaba trece lustros de existencias, y después de haber pasado, con apresuramiento de fantasía, del esplendor magnificante al abandono de la decadencia,  un furioso movimiento sísmico convirtió en informe  montón  de tristes ruinas  la blasonada Concepción de La Vega Real, joven  enclavado en la pujante castellana en el mismo corazón  del Cacicato de Magua.
Así refiere Guido Despradel Batista en su Historia de La Concepción de La Vega, la destrucción  de la ciudad. Y prosigue ´´ jalón primerizo del empuje brioso de la Conquista en estas promisorias vastedades de América, la ciudad cantarina que  hiciera extenderse a través del Océano el vigor y la gracia de Sevilla, después de un  apogeo, y como  nueva Pompeya, rodó de bruces al  antro oscuro de la desolación y de la muerte.
Su hermosa Catedral, su Casa de  Fundición (donde  quizás en 1510 se acuñó la primera moneda de América), su  extenso Monasterio de San Francisco, su imponente Fortaleza, sus ricas casas señoriales: todo rodó al suelo.. Pero ya era un pedazo  de alma bizcará de España curtido en la fecundidad del seno joven de  América, y su espíritu, inmortal, buscaría refugio  para seguir realizando su perturbado destino´´
Cristóbal Colón en 1595. Fundó en el mismo verde corazón del  Cacicazgo de Maguá la Fortaleza  de la Concepción, de tapia y con amenas, apenas a diez o doce leguas de las minas de oro que  con quinto al Rey daban a la corona  de España más de trescientos mil (300,000) ducados al año. Alrededor de la Fortaleza, que es  tal vez la primera de tapia que se fundó en América, se formó la Villa de la Concepción. Llegó a tener  miles de habitantes y a ser cabeza de  Obispado y fue además la principal ciudad  de toda la Isla durante los primeros años
Cuentan los viejos cronicones  que el Virrey  Don Diego Colón acompañado de Doña María de Toledo y de su fastuosa corte dejaron la comodidad del Alcázar de Santo Domingo de Guzmán para visitar la floreciente Vega. Los virreyes apadrinaron  la primera misa de Fray Bartolomé de Las Casas en la Monumental y rica Catedral  Vegana, fue también la primera  misa ´´ nueva´´ cantada en América, en la primada sede Episcopal de la Isla  Española y del Nuevo Mundo.
Esa  vez se  acuñó en honor del cura una emisión  de monedas que le fueron regaladas al padrino. El segundo Alcalde Mayor de la Colonia tenía su asiento en la ciudad. Aquí  creció también por primera vez en América el fruto blanquidulce de la cana de azúcar
El Rey de España, a más de título  de ciudad, le dio a la Concepción su  escudo. El  mismo que ahora  luce La Vega de hoy,  blasonado escudo de sangre que le dejó su muerta ciudad madre: castillo de plata y encima  de él un sobreescudo azul con una cruz de la Virgen María y dos  estrellas de oro  en campo de gules.
El mismo Cristóbal Colón, ese ´´Quijote del Océano´´, en  trance de muerte pidió que se  hiciera  en La Vega Real  una capilla para  que en ella descansaran  sus huesos. Tal  la impresión de agrado que le causó al Almirante La Vega de entonces.
La ciudad crecía y prosperaba,  de todos  los contornos isleños y de más allá de las islas venían ramerías interminables de visitantes, y la ciudad crecía, crecía y prosperaba, pero un día sonó en el oído de los conquistadores el cascabel de la codicia y de la aventura anunciando oro y riquezas nuevas en  Costa Firme. La Vega, la Española toda  comenzó a desplomarse y a  decaer. La Colonia antes próspera se convirtió en trampolín para el salto esperanzado  hacia las tierras nuevas.
O  diciéndolo con las  palabras gráficas  del historiográfico Alberto Rincón: ´´ Fue una tentación para la aventura y la codicia. El oro lanzaba su clarinada vibrante, y  hombres de todas las categorías, hombres envueltos en llamas de guerra y en   humo de sacrificios humanos, vestidos de hierro pasaron estremeciendo la tierra, y desgajando selvas, sembrando la muerte. Iban, frenéticos y alucinados, tras el socavón del oro. Así  comenzaron a nacer ciudades: en las cercanías de  los lugares en donde se encontraba el preciado metal, se plantaba una fortaleza. Más luego venía una iglesia. Junto a la cruz, la espada. Al lado del Arcabuz que mata la fe que salva´´
Así el terremoto destruyó la  ciudad de La Concepción de La Vega Real la  noche  del 2 de diciembre  de 1562,  ya  eran pocos los habitantes: doce o veinte, pero talvez  cuarenta personas vivían en la grade abandonada ciudad a esa fecha. Esas mismas personas fueron las que fundaron  a orilla  del Río Camú el villorrio de dieciséis (16) bohíos: comienzo de La Vega  actual a ocho (8) kilómetros de la otra. Para ese entonces la destruida ciudad  tenía triste fama de ser ´´ la más pobre y desolada que debe haber en el  mundo´´, según la patética carta del franciscano Fray Nicolás Ramos a Felipe II.
El hecho de que  en la  ciudad destruida y bajo sus escombros no aparecieran cadáveres parece servir de apoyatura  a mi tesis de que no murió casi nadie o que  nadie murió en ese terremoto.
La  Leyenda Cuenta…..
Las mil lenguas de la leyenda popular cuentan  que el terremoto que  destruyó La Vega Vieja fue un Castigo del Cielo, porque los orgullosos señores que allí vivían en la molicie  y a las  anchas de su riqueza llegaron a la herejía de ordenar no oficiar las misas en las horas  señaladas hasta tanto ellos no terminaran su aderezamiento. Y eran crueles con sus indios esclavos. En el terremoto murieron los más pecadores, y los atemorizados que sobrevivieron a la catástrofe se reunieron alrededor del cura que les ordenó  seguirles sin volver la cara  hacia atrás. Pero una vieja curiosa desoyó el mandato… y se convirtió en piedra. Esa piedra de la leyenda, con  una cara humana e inscripciones y una cruz en su superficies, de la piedra labradas por  los  indios --- estuvo mucho tiempo en el patio del Colegio San Sebastián, que funcionó en La Vega por  el esfuerzo altruista y humanitario del Padre Fantino. Contaban los viejos del lugar que la tierra quedó temblando, temblando, por muchos años  y años.
La Ciudad no se hundió, La Derrumbó el Terremoto
Observando las ruinas que  quedan, principalmente los recios paredones de la catedral, más que hundidos por el terremoto,  los edificios se derrumbaron; igual se v130 en el resto de  torre de la fortaleza, con sus almenas bajas, seis en la torre circular, típicas en las fortalezas construidas en los siglos XIV  y XV.  Es  probable que la base de esta fortaleza estuviera hace poco tiempo un poco hundida lo mismo que otras paredes debido a la naturaleza cenagosa del terreno bajo  y a  las  hojas podridas de los arboles y las maderas de la vieja ciudad, que con las aguas de las lluvias que bajan de las lomas  y los cerros entre  palmares, cocoteros, tabaco y conucos bien cuidados por los agricultores que hoy  ven esa piedras, esas caritas de indios, resto de la alfarería indígena, con  indiferencia, ajenos al caudal de la historia y de la cultura  que ellas llevan en su abandono  y en su antigüedad
La Tembladeras….
Las renombradas TEMBLADERAS,  refiere el historiador Manuel Ubaldo Gómez, que  se originaron, después de la destrucción y desaparecieron desde  hace algunos  años, a causa de que  esos terrenos fueron desmontados y convertidos en predios agrícolas; sed cree que las tembladeras fueron originadas por la  rotura del acueducto, cuyas aguas estancadas habían convertido el sitio en una verdadera ciénaga. Pero el estudioso aunque a veces fantaseador Dr., Narciso Alberty Bosch, va más  lejos,  y en la  creencia de que hace siglos el Valles de La Vega Real estuvo cubierto por el mar, dice  de las Tembladeras:  ´´ lugar situado detrás del  Santo Cerro, más allá del Arroyo Colorado y  de donde fue fundada la antigua ciudad de La Vega Real. Parece,  que al ir emergiendo la Isla y retirándose la Bahía de Samaná, quedó una ciénaga aislada, formó una laguna, que fue secándose y sobre la cual habían extendido los arboles sus raíces: haciendo los árboles una especie de piso falso encima  del agua.  Si  una persona percutía allí, sobre de aquel piso, se movían,  se cimbreaban los árboles del alrededor como sucede con los muebles de una habitación cuando se va andando sobre  de un piso  que no esté bien afirmado
La vegetación, el légamo, las conchas, los animales acuáticos, los detritus de todos  ese  mundo pequeño habitado, y la elevación del terreno, todo  ha sido secado el lugar y las Tembladeras, se  han convertido en tierra  donde las campesinos hicieron sus conucos. Pero les ha  sucedido, que  al ir  a darle fuego a una ´´ tumba´´, ha ardido todo el terreno a consecuencia de haberse formado una turbera (primer  período del carbón de piedra) en esos terrenos pantanosos y de  poco fondo, por  el crecimiento y acumulación de los animales que vivieron y murieron en el lugar
Aún ahora,  al  uno brincar y pisar con fuerza en esos  lugares de las ruinas la tierra percute y se siente como blanda y poco consistente, precisamente en  los sitios más  bajos y por donde pasaban las aguas del viejo acueducto.
Es  poco probable que el Almirante y los notables arquitectos españoles escogieran un lugar como ese para la pesadas edificaciones que desafiaron  siglos con sus piedras monumentales. Yo no he hecho estudios  sobre esto;  no es más que  un  racionamiento particular y  obra de dediciones. El mar puede  ser  que  estuviera hace siglos por ahí, pues  aún hoy se encuentran rocas y vegetales petrificados  propios de fondos marinos,  por las Tembladera quizás se originaron como   dijo Manuel Ubaldo Gómez. ( Nota, de Ubaldo Solís.  Luis Ml. Despradel, hace referencia en estos a lo escrito por el Dr., Narciso Alberty Bosch, en su obra, Apuntes  Para la Prehistoria de Quisqueya, obra Ilustradas, Tomo Primero, Geología y Parte Descriptiva, publicada  en 1912,  Imprenta El Progreso, La Vega
La Campana del Higo….
En un higo silvestre que existió, y  que aún  ahora renueva sus ramas afincando sus raíces sobre unos paredones caídos; parte del campanario de la catedral; había una vez una campana de bronce de más de un pie de altura y otro tanto de  diámetro en el bocel. Tenía una inscripción: F-I (iníciales de los reyes católicos de de Fernando e Isabel de un lado: y del otro  el arcángel San Miguel con el demonio  a su pies. Esta  campana la buscó inútilmente el padre Dionisio  de Moya,  quien hizo quemar el higo creyendo que había cubierto en su seno la campana.
Dicha campana antes de la  infructuosa búsqueda del sacerdote  fue regalada a Don Gregorio Riva que a su vez la regaló al escritor don Manuel de Js. Galván, el ilustre autor de ´´Enriquillo´´, para que escribiera algo  acerca de la ´´ campana del higo´´. Galván a su vez  se la obsequió al padre Francisco X. Billini. Después de la muerte del padre Billini sus herederos prestaron la famosa campana a Mr. Curtis, delegado del Gobierno  de los Estados Unidos, para ser exhibida  en una exposición  de Chicago. En Chicago quedó o sabe Dios dónde, ´´ la campana del higo´´
Santos, Azulejos, Metales, Ladrillos
En la iglesia parroquial de La Vega y en la del Santo Cerro hay objeto de plata y azulejos provenientes de la antigua ciudad. En la misma iglesia de La Vega, actualmente hay dos santos pintados  al óleo que provienen de la Catedral de La Vega Antigua. Uno llamado ´´ Piedad´´ y otro con una imagen de Nuestra Señora de la Antigua, patrona de las dos Vegas. En la iglesia de San Antonio está la imagen de San Sebastián en una estatuilla que perteneció al Colegio Padre Las Casas.
En 1881 ´´ el utilitarismo abatió el campanario de la catedral y sus ladrillos y azulejos fueron utilizados por ele maestro Onofre de Lora  en la construcción de la actual iglesia del Santo Cerro´´.
Lorenzo Despradel (Muley) en un folleto, se lamentaba del descuido de los veganos de hace algunos años, que comían indolentemente, panes quemados en hornos construidos con los venerados ladrillos de las ruinas de la primera Vega
De aquella ciudad ya sólo queda…
De la Catedral queda un paredón con  el comienzo de un arco de una puerta en su parte superior. De lo que fue el campanario  hay un gran muro derribado con u n higo parásito en sus  ladrillos junto a un sembradío de tabaco, tabaco que cuando la conquista, quizás, en  esas mismas tierras de Maguá asombró la vista de los españoles al ver fumar los indios por primera vez. Fumar: el primer aporte del indígena quisqueyano a la civilización. Más al norte, en un pequeño cuadro de terreno cercado de mayas, está la base circular de una de las cuatro torres de la Fortaleza la Concepción, con sus seis  aberturas en forma de cruz abiertas por dentro en una bóveda abocinada, en la pared de la torre como ocho  pies de espesor,  desde donde los soldados disparaban sus arcabuces a los indios cuando la  desesperación y el mal trato los hicieron rebelarse, en raros momentos  de belicosidad.
Hay muros hundidos, y paredes dispersas entres conucos y entres montes de dadillos. Por ahí mismo siguiendo el camino desde la torre del fuerte está al oeste de la catedral en ruinas  un aljibe: depósito del acueducto que llevaba por canales de piedra el agua abastecedora de la gran ciudad. Hasta hace poco, los campesinos simples,  de ahí tomaban el agua, de allí regaban  la tranquilidad próspera de sus conucos. Aún hoy cerca  estuvo edificada la ciudad de los orgullos, del oro y de los blasones españoles! El sitio así se llama hoy: El Aljibe.( nota es bueno señalar  que este el Dr. Luís Manuel Despradel, escribió este trabajo, en abril del 1952,  y desde  esta  hecha hasta el día de  hoy las cosas con relación a las ruinas de la Vega Vieja, han cambiando mucho, la depredación, la falta de conciencia de los ciudadanos, el menosprecios de las autoridades veganas pasadas y presentes por la preservación de  estos legado historio  único en América con estas características, por ser la primera educaciones hecha por los colonizadores españoles,  hacen  que las descripciones  hecha por el  historiador vegano, sean hoy diferentes, pero una diferencia en sentido  contrario de retraso  que dicen mucho de nuestro apego a las tradiciones y a nuestro legado histórico, U. Solís)
I por otros estrechos caminos, ahora al este, se llega a una hondonada, cruce de caminos reales, donde  hay miles de ladrillos enteros y en fragmentos: ahí estaban los tejares, los hornos que suministraban los ladrillos de las altivas construcciones veganas. El sitio por amor a la tradición aún se llama: Los Hornos ( nota, sobre  los ladrillos, la manos destructoras e ignorantes arrasaron con todos, nada queda hoy  día solo pequeños escombros, todo los destruyeron, U. Solís
I eso es todo. Las buenas gentes dicen  que  entre todas esas ruinas hay  muchas  riquezas enterradas. Puede ser que  haya riqueza, pero no en la cantidad que  cree la imaginación  popular si se recuerda que cuando el terremoto destruyo La Vega  ésta era una ciudad simi abandonada y apuradamente pobre.,( nota. Hay  riqueza pero no la riqueza que se imagina la gente, es la  riqueza  de nuestra historia,  de lo que fueron nuestros ancestro,  la  lucha del aborigen explotado, los signos de opresión y crueldad de nuestra razas, es la riquezas que  puede  ser encontrada en  las ruinas de la  ciudad de la Concepción de La Vega. U. Solís)
En colecciones particulares se ha visto monedas de cobre, de oro, de plata, alhajas, utensilios de uso común y un estribo que he visto de plata en las manos, hecho de plata, con  una inscripción que parece haber sido del Almirante Cristóbal Colón, o, al menos fabricado para él.  En la Iglesia de La Vega,  hay muchos objetos de plata provenientes de la antigua catedral (nota. Luis Ml. Despradel, apunta  de manera sutil el saqueo de las riquezas de la antigua  ciudad de La Vega, es realmente  cierto, coleccionista nativos y extranjeros tienen en su poder más del 70% de los tesoros arqueológicos del este pueblo dominicano, pero  lamentablemente los veganos nos tenemos  historia, la hemos hachado por la  borda, la hemos despreciado, no le interesas a las autoridades pasadas  y presentes porque esto no es materia de  la politiquería barata,  ya que  n o producen  voto, así estamos culturalmente  con una clase política  ignorante,  sin ningún  sentido de su responsabilidad histórica, y una clase intelectual   que vive en el aire, solo le interesa las lisonjas del poder, mendigo de su intelecto, salvo algunos figura que como el quijote pelean con los molino de la monstruosidad de la ignorancia,   La  Catedral de La Concepción de La Vega, alberga muy  poco conocido por la generalidad de las personas,  una gran riquezas de  piezas, objetos y otros cosas de la Vega Vieja, pero éstos  objetos valiosísimos  no se  pueden mostrar, donde, no hay un lugar en la  ciudad para  que ellos  puedan estar y ser objeto de la contemplación y la admiración de los visitantes nacionales y extranjeros,  por  la  incapacidad, la desidia, la falta de  conciencia  del valor histórico de  este pueblo, de  sus autoridades n propiciar  la instalación de  un  archivo y museo histórico de La Vega. U. Solís)
Piedras: escondidas en la alfombra de  hojas de cacaotal adentro, piedra:  junto al tabaco verde y bien cuidado; paredones y soledad entre  las cercas agresivas de las mayas punzantes.
Verdor, sombras piedra y leyendas; es  todo lo que queda. I en la noche silente  que se duerme en las ruinas; vuelos  de luciérnagas, granizada de oro en las alas, remedos del viejo oro que creció en las entrañas de  esa mismas tierra, del viejo oro de La Vega antigua, del oro que volé en las alas de la Ambición  y del tiempo.
Es en éste último párrafo del autor de este magnifico trabajo del Dr. Luis Ml. Despradel, que hace un llamado a la redención, de la historia de La Vega, que aún escrito en 1952, permanece con  actual vigencia , diremos hoy más que nunca. Cuando dice ´´ aquí  reunidos pidamos al Ayuntamiento Vegano que en las ruinas se haga un  local en  cual se aloje un museo que recoja las piezas de La Vega,  que andan  dispersas (monedas, alhajas, documentos, metales, objetos de ladrillos, cuadros etc.),  para que puedan decir como era, cual  era la historia,  y la cultura de la  vieja grande ciudad destruida. Donde  haya un personal especializado encargado de practicar excavaciones y reconstruir la  ciudad. Que  se consigne planos, mapas, etc. Y todas las bibliografías para que el visitante, el estudioso y el turista puedan  tener idea cabal del significado de  esas piedras.  Para  tal petición la época se propicia pues existe en nuestro país. .
La Vega, abril de  1952






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